El Teatro Sarmiento fue la cita para el concierto de Pedro Aznar que repasó medio siglo de música. Entre sutilezas románticas, climas sublimes y guiños a la política, el artista deslumbró al público con su virtuosismo y su capacidad de conectar desde cada canción.

Vivimos una noche inolvidable. El show fue un viaje sonoro que combinó momentos de ternura y emoción con pasajes de fuerza, reflexión y virtuosismo.
El repertorio fue tan diverso como imponente: clásicos de su carrera solista, joyas de Serú Girán, un paso por su proyecto de tango y versiones exquisitas de The Beatles, siempre interpretadas con un sello propio y personalísimo. Cada canción fue una demostración de su talento para moverse entre géneros sin perder identidad.
El clima del recital se movió entre lo romántico y lo sublime, con pausas que invitaban a la contemplación y otras que sacudían al público con intensidad. Incluso hubo espacio para referencias a la realidad política, recordando el costado comprometido de un artista que nunca se desentiende de su tiempo.
Uno de los grandes atractivos de la velada fue la capacidad de Aznar para brillar en múltiples instrumentos: guitarras, piano, bajos… cada cambio era una muestra de maestría y sensibilidad. Su virtuosismo arrancó ovaciones constantes y reafirmó por qué es uno de los músicos más respetados y admirados de la escena argentina y latinoamericana.
Con un público entregado de principio a fin, el concierto fue una celebración de la música como lenguaje universal y del oficio de un artista que sigue reinventándose, cincuenta años después de haber iniciado un camino que ya es parte del patrimonio cultural argentino.