Abandonado, agrietado y cubierto de maleza, el circuito de Hanói es un monumento a lo que pudo ser (y no fue)

5 de abril de 2020. Esa era la fecha en la que Vietnam iba a entrar a lo grande al calendario de la Fórmula 1. El ultra moderno circuito urbano de Hanói, diseñado por Hermann Tilke, se preparaba para recibir su primera carrera con un despliegue sin precedentes: boxes de última generación, zonas ajardinadas, tribunas modernas y un contrato por 10 años de carreras. El precio: €600 millones de euros.
Pero nunca se corrió. Ni una sola vuelta. Ni una práctica. Nada. Y no, no fue en Argentina.
Pandemia, corrupción y promesas vacías
El Gran Premio de Vietnam iba a ser el primer gran evento de la era Liberty Media, los nuevos dueños de la F1. Pero llegó la pandemia de COVID-19 y, como tantas otras cosas, el evento fue cancelado.
Mientras otras fechas volvieron al calendario tras el parate, Vietnam simplemente desapareció del mapa. ¿Por qué? Porque el cerebro detrás del proyecto, Nguyen Duc Chung, presidente del Comité Popular de Hanói, fue detenido y condenado como cabecilla de una red de corrupción. Con su caída, el gran sueño vietnamita se desmoronó.

Un circuito de lujo… hoy comido por el abandono
Un reciente video de Beach Office en YouTube muestra el estado actual del circuito: grietas profundas, maleza por doquier, baches, estructuras oxidadas. Lo que fue una inversión millonaria para atraer al mundo del motor, hoy parece el set de una película postapocalíptica.
Y no, no hay planes de revivirlo. El circuito ni siquiera tiene uso local. Su único legado fue su aparición digital en el videojuego F1 2020, donde sí se corrió —aunque solo en pantallas.
Lo que pudo ser (y no fue)
Vietnam tenía un contrato firmado por diez años con la F1. Iban a ser parte del gran circo, con turismo, exposición internacional y negocios alrededor del deporte motor. En cambio, gastaron 600 millones de euros en nada. Ni una carrera. Ni una bandera verde. Solo corrupción, abandono… y un circuito que hoy es más leyenda urbana que realidad.
🏁 ¿Qué nos deja esta historia?
Una reflexión sobre lo que pasa cuando las decisiones millonarias se toman entre pocas manos, sin visión ni control. Y también un triste ejemplo de cómo la pasión por el deporte puede ser arrasada por la política y el desinterés.